En
un país como podía ser España vivía una Rey muy miedoso. Tenía todo lo que
quería: dinero, tierras, un montón de siervos, la admiración de todos... pero
sufría en ciertos momentos un miedo que se apoderaba de él y en ocasiones le
paralizaba... Siempre aparecía en los momentos más inesperados, como cuando
venían los plebeyos a proponerle cosas, cuando venían a traerle los diezmos,
cuando se arrodillaban ante él, cuando tenía que decidir a quién castigar,
cuando cenaba solo delante de una mesa que medía más que él o cuando tenía que
hablar de manera pública hacia su reino. Todas éstas y otras muchas situaciones
le provocaban un miedo irracional al que no encontraba
explicación... Probó todos los métodos que estaban a su alcance, desde
psicólogos hasta hipnotizadores y nada podía acabar con ese horrible mal.
Por
las mañanas cuando se levantaba, se miraba delante del espejo e intentaba auto
convencerse de que podía dominar ese miedo y acabar con él. Pero dentro
de él había algo que le decía que realmente no podía y no podría nunca...
Un
buen día al levantarse encontró al lado de su cama una nota que decía: "El
mejor tesoro eres tú mismo". Lo primero que sintió al ver esa nota fue
miedo, ya que no tenía claro cómo alguien podía haber entrado en su castillo y
llegado hasta su cama sin que le detuviese ningún miembro de la Guardia Real...
Según
iba pasando el día, el Rey le daba más vueltas a qué significaba esa
frase, quién se la había escrito y ¿por qué?
Su
miedo se acrecentaba más y más según pasaban las horas... hasta que llegó la
noche...
A
la mañana siguiente se despertó y su sorpresa fue muy grande al ver que otra
nota amaneció con él... La miró nervioso, la cogió tembloroso y la leyó rápidamente...
A
partir de ese día todo cambió a su alrededor, ya no tenía tanto dinero puesto
que lo repartió entre su pueblo, ni necesitaba demostrar tanto respeto. Todo lo
que necesitaba era ser él mismo y creérselo de verdad. Ya no
tenía miedo de hablar con la gente del pueblo, se les encontraba a todas horas
por las calles y nadie tenía que pedirle cosas puesto que entre todos y todas y
de manera asamblearia decidían que se hacía cada día y cómo se
hacía. Ya no les cogía los Diezmos, se dio cuenta que la tierra es para el que
la trabaja. Ya nadie se arrodillaba ante él, no quería ver más a la gente
vulnerando su dignidad como personas de esa manera. Ya no castigaba a nadie,
pensó que él no era nadie para juzgar a otra persona. Ya no cenaba nunca solo, siempre
que podía compartía lo que tenía y su compañía con todos sus vecinos. Y
ya nunca tenía miedo al hablar de manera pública puesto que todo lo que decía
lo decía de manera muy sincera y sin vulnerar los derechos fundamentales de
nadie.
A
partir de aquí os invito a reflexionar: cada persona que piense qué le podría
decir a un Rey o un Reina como el protagonista de nuestra historia,
para dar ese giro tan radical. Esto es sólo un cuento pero tened en cuenta una
frase como es "La realidad supera a la ficción" Las palabras tienen
mucho poder y si son sinceras más aún...
Angus =)
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