El consejo de un profesor

Alfonso, es un niño de diez años. Le gustan las mismas cosas que al resto de niños: jugar, pasar tiempo con sus amigos y reírse. Pero lo que nadie sabe es que guarda mucho odio dentro. A lo largo de su vida ha vivido un montón de situaciones  que han forjado el  tener conductas muy agresivas con sus compañeros, con sus hermanas e incluso con su padre y con su madre.  Era incapaz de controlarlas, después se solía arrepentir pero ya era demasiado tarde.

Al comenzar un curso nuevo conoció un profesor muy especial llamado Carlos. Éste, al poco, consiguió coger mucha confianza con sus alumnos. Entre ellos Alfonso, un día le contó lo que estaba pasando y que era incapaz de controlar esta situación. Su profesor le miró a los ojos y le dijo: “Quiero que intentes una cosa, cada vez veas que vas a tener este tipo de conductas, quiero que te pongas estos zapatos y descargues toda tu energía corriendo alrededor del lugar donde estés: un parque,  una clase, una casa o donde sea.  A partir de ahora quiero que este tema no lo volvamos a tocar cuando hayas aprendido a controlar tus conductas negativas vuelvas a hablar conmigo”.

Esa noche Alfonso reflexionó sobre todo lo que le contó su profesor Carlos y decidió seguirlo al pie de la letra. Pasaron los días, las semanas y los meses y Alfonso muy contento vio cómo su actitud había cambiado. Estaba muy contento ya que poco a poco había conseguido controlarse. En el momento que se dio cuenta de eso fue a hablar con su profesor, le contó todo lo que sentía, lo que había sentido, todos sus progresos y por último le devolvió sus zapatos ya que nos los necesitaba.  Carlos, los miró, le miró a él y le dijo: “Mira (le dio la vuelta a los zapatos) ¿ves lo desgastados que están estos zapatos? Pues todo éste es el daño que podrías haber hecho a alguien y estas rozaduras no las podré quitar nunca. Piensa en el daño que podrías haber causado o el que ya habías hecho antes que  no se borrará nunca”.

Angus =)