Seis palabras, eso era lo que tenía que custodiar nuestro
duendecillo. Seis palabras que nunca jamás debía leer.
Su vida era normal hasta que le adjudicaron esa gran misión.
Fue un día de verano, hacía muchísimo calor. Él mismo cuenta que entre los
nervios de la misión y el calor de ese día llegó a desmayarse.
Su misión no era nada fácil, de hecho se la encomendaron a
él porque era una persona especial, alguien en quién tenían especial confianza.
Al principio no le parecía difícil, pero según iba pasando
el tiempo iba entendiendo que era una de las misiones más complicadas de su
vida.
Fueron muchas las tentaciones para leerlas, muchas las
personas que le pedían usar esas palabras, pero él era muy testarudo.
No le gustaba mucho que le llamasen por su nombre, pero yo
os lo voy a contar. Su nombre era Sensatez
y las palabras que debía custodiar eran:
Fui yo, perdón, tienes razón, me gustas,
te amo, adiós.
No hay comentarios:
Publicar un comentario